Este 25 de junio, la romería de Santa Orosia fue especialmente emotiva. Un día lleno de sensaciones, marcado por una gran ausencia: la de Graciano Lacasta, de Yebra de Basa, quien falleció este mes. Su entrega, fe y entusiasmo fueron fundamentales para recuperar la autenticidad de esta celebración tan arraigada en el Pirineo. Aun así, durante el ascenso de O Zoque hasta la ermita, muchos sintieron su presencia cercana, como si caminara entre los romeros.
La jornada se presentó luminosa. El cielo amenazó lluvia, el viento sopló con fuerza, pero al final el día quedó sorprendentemente agradable, como si la montaña también se sumara a la fiesta. Devotos de todas las edades subieron acompañando a la Santa por el pedregoso camino, compartiendo esfuerzo y emoción.
La pradera nos recibió bajo la mirada imponente de las montañas. Pronto se llenó de voces, abrazos, música de los danzantes, cruces y banderas rojas ondeando al viento. Fue un día de reencuentros y memoria, de naturaleza desbordante y emoción compartida. Un momento para mirar al cielo, celebrar la vida y honrar el legado de quienes siguen presentes en el corazón de esta romería.
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